Intervención de don Juan Vicente Herrera, presidente Junta de Castilla y León

Altezas Reales, autoridades, familia Delibes, señoras y señores:

Es un gran honor, y un motivo de especial alegría, contar esta mañana con la presencia de los Príncipes de Asturias en este acto de presentación oficial de la Fundación Miguel Delibes. El hombre, el paisano, el escritor, a quien S.M. el Rey definió, con tanto acierto, como “un hombre bueno, un castellano leal, un español cumplido, un literato cuya vida y obra pervivirán para siempre en nuestra memoria”.

Se ha recordado recientemente que Miguel Delibes dejó dicho de sí mismo: “Yo soy como los árboles, crezco donde me plantan”. Y en su ciudad de Valladolid, y en su ancha y diversa Castilla, le plantaron, creció y creció, y dio tantos frutos hermosos, hasta convertirse en uno de los “árboles” más notables, singulares y venerables del “bosque” de las letras castellanas y españolas, y por tanto de la gran literatura universal.

Alguien que le conoció y le quiso, el también escritor y periodista Manu Leguineche, dijo de Delibes: “Miguel es un árbol que siempre da sombra”. Aquí sabemos muy bien que la sombra de Miguel Delibes, como la del ciprés, es alargada.

En primer lugar, una sombra alargada en el espacio. Por esa cualidad tan suya de ser siempre fiel a sus orígenes, que eran la materia prima de su obra, y de transitar al mismo tiempo con tanta naturalidad el difícil camino que va de lo local a lo universal. Seguramente esto es así por la coherencia de su vida y de su obra: Delibes siempre escribió como vivió. Ética y estética se dieron la mano en todos los aspectos de su vida. Y también por su capacidad para expresar a través de lo más cercano y cotidiano, como creador de historias de hombres, paisajes y pasiones, su profunda preocupación por los grandes temas del hombre y del mundo, de la vida y de la muerte.

Y, en segundo lugar, una sombra alargada también en el tiempo, pues transcurrido ya un año y medio largo desde su muerte, aún sentimos su presencia tan viva entre nosotros. Aquel sentimiento colectivo de dolor, y en particular aquella adhesión popular que espontáneamente se manifestó en las calles vallisoletanas para darle su último adiós, no se han desvanecido, sino que permanecen intactos en forma de tantos homenajes y actos conmemorativos. Y en especial a través de la permanente lectura de sus libros, hoy ya editados en unas magníficas Obras Completas, por todos su fieles lectores, incluidos los más jóvenes y los estudiantes.

Ese es el premio que les está reservado a quienes, como él, supieron conectar con los sentimientos más profundos de las gentes, sin rebajar para nada las exigencias de la calidad literaria. Nadie como Delibes ha descrito e interpretado el alma de nuestra tierra, su paisaje y sus gentes con una prosa tan magistral, que es la más pura y recia expresión del castellano, nuestra lengua. Sin duda, ello le ha valido el reconocimiento público de esta Comunidad, que siempre le tendrá por uno de sus hijos más preclaros.

Miguel Delibes supo captar la esencia de nuestro paisaje y del alma de nuestras gentes. Retrató a Castilla y León como es. Sin falsas complacencias. Sin embellecerla artificialmente. Lejos de cualquier visión ideal o mítica. Con toda su dureza y carencias. Y denunciando muchas veces, no sólo el abandono, sino también su pasividad o fatalismo. Pero siempre dejando ver el enorme amor que sentía por ella. Y recordándonos a todos la enorme riqueza que atesora en su idioma, sus costumbres, su cultura, su paisaje, su forma de entender la vida.

Por todo ello, Miguel Delibes es una figura esencial de Castilla y León y para Castilla y León. Para una tierra que necesita referencias comunes reconocidas, y protagonistas sociales que la hagan visible ante el mundo, figuras como Miguel Delibes son, sencillamente, imprescindibles.

Pues bien, a honrar su figura, a perpetuar su memoria y a administrar su extraordinario legado cultural viene la Fundación Miguel Delibes, constituida por sus hijos, y de la que forma parte como Patrono la Junta de Castilla y León, al lado de otras instituciones públicas y privadas.

Entre los fines que se propone están los de estudiar y difundir su obra, también a través de las nuevas tecnologías, promover su conocimiento en ámbitos donde el mismo es todavía insuficiente, y apoyar estudios sobre los temas que han sido constantes en su biografía y su obra literaria.

Y entre sus intenciones destaca también la de promover y fomentar aquellos valores a cuya defensa se entregó el escritor, como la libertad y la justicia social, la solidaridad con los más débiles, el humanismo cristiano, el periodismo responsable, la conservación de la naturaleza, la caza y la pesca respetuosas con el medio ambiente, y la defensa del mundo rural.

La Fundación Miguel Delibes nace por tanto sobre las sólidas bases de aquellas realidades que tanto amó el escritor, y que siempre le sirvieron de guía, inspiración y refugio: su familia, sus amigos, su tierra, sus gentes y sus cosas.

En particular, debemos agradecer la generosidad de la gran familia Delibes, que va a permitirnos a todos disfrutar de la intimidad de D. Miguel. Imaginarnos su grave figura en su despacho, en su sala de lectura, en su mecedora, que se trasladarán tal cual a la sede de la Fundación. Y que va a compartir con nosotros su biblioteca personal, sus carpetas y manuscritos, y su correspondencia. Todo un legado clave ya para nuestra historia y nuestra cultura.

Una de las obras más importantes de Miguel Delibes, “El Camino”, arranca de esta forma tan bella y portentosa: “Las cosas podían haber sucedido de cualquier otra manera y, sin embargo, sucedieron así. Daniel, el Mochuelo, desde el fondo de sus once años, lamentaba el curso de los acontecimientos, aunque lo acatara como una realidad inevitable y fatal”.

Frente a la realidad inevitable de que D. Miguel ya no esté físicamente entre nosotros, nace ahora en el seno de la sociedad de Castilla y León esta Fundación, para mantener vivo su legado en todas sus múltiples facetas. Hombres y mujeres de Castilla y León tenemos con esta Fundación la oportunidad de dar la medida de nuestra sensibilidad para hacer del legado literario y espiritual de Miguel Delibes una referencia central de nuestro crecimiento como personas y de nuestra vida en comunidad. Una referencia orientada a una vocación universal que, si siempre ha estado presente en quienes somos parte de esta tierra, con el ejemplo de D. Miguel adquiere una muy singular carta de naturaleza.

Le preguntaban a Delibes, unos meses antes de morir, cuál sería su autorretrato literario y vital. Y él respondía: “No saldría bien; carecería de relieve o yo no acertaría a encontrarlo”. Ahí tenemos un reto para esta Fundación: dibujar ese autorretrato, encontrar ese relieve, y transmitirlo a las generaciones venideras, en todos los rincones del mundo.

Para finalizar, y volviendo a la figuración botánica con la que iniciaba estas palabras, tengo para mí que la sensación que hoy debemos experimentar al poner en marcha esta Fundación tiene que ser muy parecida a la que se siente cuando plantamos un árbol. Y tratándose del gran autor reciente de las letras castellanas, el trabajo de todos nosotros ha de estar orientado a conseguir que llegue a ser un árbol grande y recio, que siempre nos dé su sombra nutricia y protectora.

Muchas gracias.